Es interesante
el papel de la literatura y la lenguaje en facilitar las revoluciones y también
en unificar el pueblo latinoamericano. Como dice Carlos Monsiváis en Aires de familia, hay “un culto a la
palabra” que existe especialmente en el siglo XIX y durante comienzos del siglo
XX. Esto fue fundamental, porque en esta época, no tenían muchos modos de
comunicación y transportación como hoy, así la literatura fue uno de las únicas
cosas que pudieron cruzar todas las fronteras bastante fácilmente. Por eso, los
sentimientos revolucionarios de pensadores grandes como José Martí podían estar
diseminados por muchos países latinoamericanos. Sensibilidades nacionalistas
podían estar inculcadas en el pueblo con palabras idealistas como “¡América,
América mía! [...]/Loada sea esta alegría/de izar la bandera optimista” (Carlos
Pellicer). Aún entre mucho analfabetismo, palabras como estas tenían el poder
para inspirar las masas que la tierra permanecía a ellas, y nadie tenía el
derecho de tomarla.
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