Como muchos de las decisiones políticas
o éticas, las elecciones de Evo Morales
y Bolivia no son negras y blancas, sino
una variedad de tonos de gris. Cuando Morales nacionaliza las industrias y la
tierra por su país, y los saca de las empresas transnacionales, está ayudando su pueblo y ganando la justicia
por los años de labor de su gente- y esto es su derecho, su trabajo es el
bienestar de la gente. Pero en el mismo tiempo, está creando un tipo de
injusticia nuevo por los dueños viejos
de los recursos. Está sacando que es legítimamente suyo, pero ¿dónde está la línea
entre la porción suyo y que es hurto? Los
dueños de las empresas no son los conquistadores, no son la gente que causaba
mucho dolor por los pueblos bolivianos.
Son los herederos de la situación, si, y son culpables por su incapacidad o rechazo a
cambiar la situación-pero no todos los problemas. ¿Dónde está la línea?
No estoy tratando
de criticar Morales específicamente, porque sin duda él está haciendo que es
mejor por la mayoridad de gente en Bolivia. Pero con este tipo de situación-
las revoluciones, los cambios políticos, el ascenso de un grupo en vez del
otro- siempre tenía el mismo resultado. Siempre es sacar, sacar, sacar. La desigualdad
no es recolocado por igualdad, sino la
desigualdad en la dirección opuesta. Necesitamos
a compartir, a dar en vez de sacar.
Morales entiende esto, cuando él
dijo que las transnacionales son socios y no son amos o dueños. Esto es la
mejor opción, con crecimiento y ganancia mutuos, aun si la división no es completamente igual. Sin embargo, como hemos visto entre Morales y
los transnacionales, la solución no es tan fácil, y el color de la línea destiñe
de negro a gris.
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